La tragedia golpeó hoy a la familia de Carlos Alcaraz, ya que su padre fue … en un accidente fatal.

La tragedia golpeó hoy a la familia de Carlos Alcaraz, ya que su padre fue víctima mortal en un accidente fatal que dejó en estado de shock no solo al joven tenista, sino también al mundo del deporte.

I. El día que comenzó como cualquier otro

Era una mañana soleada en El Palmar, Murcia. El calor del verano se hacía sentir, pero en la casa de los Alcaraz, como siempre, se respiraba un aire de disciplina, rutina y esperanza. Carlos se encontraba en plena preparación para su próximo torneo en Wimbledon, entrenando con su equipo en la Academia Juan Carlos Ferrero.

Su padre, Carlos Alcaraz González, como de costumbre, había salido temprano a realizar algunas gestiones. Siempre había sido un hombre activo, vital, y profundamente comprometido con la carrera de su hijo. Aunque había dejado de acompañarlo a todos los torneos internacionales desde hacía un par de años, seguía siendo su guía espiritual, su motor silencioso y su roca.

Nadie podía anticipar que esa mañana terminaría en tragedia.

II. La llamada

Pasadas las 10:15 a.m., el teléfono del entrenador de Carlos sonó. Al otro lado de la línea, una voz alterada: un miembro de la Guardia Civil. Informaban de un accidente de tráfico ocurrido en la autovía RM-15, en dirección a Caravaca. Un coche había perdido el control al intentar esquivar a un animal que cruzaba la carretera y colisionó violentamente contra un camión. El conductor del turismo, un hombre de 53 años, había fallecido en el acto.

El vehículo estaba a nombre de Carlos Alcaraz González.

Ferrero no supo cómo reaccionar. Miró a Carlos, que estaba terminando una serie de saques. Le temblaban las manos. Con un gesto pidió a otro del equipo que detuviera el entrenamiento. Se acercó lentamente a su pupilo y le pidió que lo acompañara dentro de las instalaciones.

—Carlos… ha habido un accidente —empezó diciendo con la voz quebrada—. Ha sido tu padre.

El joven no entendía.

—¿Qué accidente? ¿Dónde?

—Ha fallecido, Carlos…

Carlos se quedó inmóvil. Su cuerpo se paralizó. No pudo decir ni una palabra. Sus ojos se abrieron de golpe, como si intentara ver más allá de la pared frente a él. Luego, se sentó. Y comenzó a llorar.

III. El silencio se apodera del tenis

En cuestión de horas, la noticia recorrió el mundo. “Fallece el padre de Carlos Alcaraz en un accidente de tráfico”. Las redes sociales se llenaron de mensajes de apoyo. Rafa Nadal, Novak Djokovic, Roger Federer, Iga Świątek, Coco Gauff y muchos otros deportistas expresaron su pesar. Pero Carlos no respondió a ninguno.

Se encerró en casa con su madre, sus hermanos y su equipo más cercano. Canceló todas sus apariciones públicas, entrevistas y entrenamientos. La ATP emitió un comunicado oficial: “Carlos Alcaraz ha suspendido su participación en los torneos programados. Pedimos respeto y privacidad en este momento difícil.”

Por primera vez en mucho tiempo, el joven prodigio que tantas veces emocionó al mundo con su sonrisa y su energía desbordante se apagó por completo.

IV. Recuerdos que duelen

Mientras velaban el cuerpo de su padre en la intimidad, Carlos no dejaba de pensar en todo lo que vivieron juntos. Recordó la primera vez que sostuvo una raqueta, con apenas 3 años. Su padre, dueño de una modesta escuela de tenis, le había dicho: “Si te gusta, te apoyaré siempre. Pero hazlo con el corazón.”

Recordaba los viajes en coche por toda España, durmiendo en hostales baratos para ahorrar. Los entrenamientos bajo el sol, las palabras de ánimo, las lágrimas que su padre intentaba ocultar cuando Carlos ganaba un campeonato juvenil.

Recordaba también su primera victoria en el circuito ATP, cuando, en plena entrevista posterior al partido, lo primero que dijo fue: “Gracias, papá.”

—¿Cómo puede irse tan de repente? —murmuraba, mientras abrazaba la camiseta que su padre usaba en los entrenamientos.

Nadie tenía respuestas.

V. La autopsia y el informe oficial

Tres días después del accidente, se publicó el informe oficial. El documento confirmó que Carlos Alcaraz González había fallecido por un traumatismo craneoencefálico severo producto del impacto. El accidente fue considerado como una tragedia inevitable: al intentar esquivar un jabalí, perdió el control del vehículo, sin posibilidad de maniobra.

“No hubo consumo de alcohol ni sustancias. Todo indica que fue una reacción instintiva que desafortunadamente tuvo consecuencias fatales”, indicó el reporte.

La familia no quiso realizar declaraciones públicas.

VI. El entierro

El funeral se celebró en la más estricta intimidad, en el cementerio de El Palmar. Asistieron familiares, amigos cercanos, y un reducido número de figuras del deporte. Entre ellos, Juan Carlos Ferrero, David Ferrer y algunos jugadores del circuito nacional.

Carlos, de traje negro, caminaba lentamente detrás del féretro. No lloraba. Estaba en silencio. Pero su rostro reflejaba un dolor indescriptible.

—Te prometo que seguiré adelante, papá. Pero te voy a echar de menos todos los días de mi vida —susurró al lanzar un puñado de tierra sobre el ataúd.

VII. Un comunicado desde el corazón

Una semana después, Carlos Alcaraz rompió el silencio. Lo hizo con una publicación en sus redes sociales, acompañada de una foto con su padre cuando era niño.

“No tengo palabras para describir el vacío que siento. Mi padre fue, es y será siempre mi héroe. No solo por creer en mí, sino por enseñarme a ser buena persona antes que buen deportista. Esta pérdida me rompe, pero también me impulsa. Papá, te llevaré siempre en mi raqueta, en mi corazón y en cada paso que dé dentro y fuera de la pista. Descansa en paz.”

El mensaje acumuló millones de reacciones y comentarios de apoyo.

VIII. Regreso a las pistas

Un mes después del accidente, Carlos Alcaraz anunció su regreso al circuito. No lo hacía por obligación ni por presiones externas. Lo hacía por él. Y por su padre.

Eligió volver en el Masters 1000 de Cincinnati. En la rueda de prensa previa, dijo:

—He perdido a la persona más importante de mi vida, pero sé que él querría verme jugar, sonreír, y luchar cada punto. Esta vez no juega solo el Carlos tenista. Juega también el Carlos hijo, el que quiere honrar la memoria de su padre.

El público lo recibió con una ovación de pie. Muchos lloraban. Él también.

IX. Un nuevo propósito

A lo largo del torneo, se vio a un Alcaraz más maduro, más sereno, pero con la misma garra. Ganó partido tras partido hasta llegar a la final, donde se enfrentó a Daniil Medvedev. El partido fue una batalla de cinco sets, intensa y emocional.

En el último punto, tras un revés cruzado imposible, Alcaraz cayó de rodillas. Miró al cielo, rompió en llanto, y susurró: “Va por ti, papá.”

La imagen dio la vuelta al mundo.

Al día siguiente, Carlos anunció la creación de la Fundación Carlos Alcaraz González, destinada a apoyar a niños sin recursos que desean practicar tenis. Su propósito: que el legado de su padre viva ayudando a otros, como él lo ayudó a él.

La vida de Carlos Alcaraz cambió para siempre aquel fatídico día. Perdió al hombre que fue su guía, su sostén y su mejor amigo. Pero en medio del dolor, encontró una nueva misión: no solo ser el mejor tenista del mundo, sino también el mejor ser humano que su padre soñó que fuera.

Porque hay ausencias que duelen toda la vida. Pero también hay amores que no mueren nunca.